Enrique del Rivero 7 de agosto, 2020 · 4 minutos
Si se quiere conocer la primera iglesia construida en Burgos con el novedoso estilo llegado desde Francia, hay que acercarse hasta el despoblado de Villamorón. La iglesia de Santiago Apóstol es un sorprendente templo de aire fortificado que además se convirtió en uno de los modelos para las iglesias fernandinas que a finales del siglo XIII se levantaron sobre las mezquitas cordobesas arrebatadas a los almohades por el rey Fernando III el Santo.
Villamorón es hoy en día un pequeño despoblado, dependiente de Villegas, situado muy cerca de la orilla del río Brullés. El lugar pasaría desapercibido si no fuera por la monumental iglesia que se alza a la entrada del pueblo. Y no es una iglesia cualquiera, ya que se trata del primer templo de toda la provincia de Burgos construido en estilo gótico.
Hace unos 2.500 años, durante la Primera Edad del Hierro, se instalaron en las inmediaciones del actual Villamorón, varias familias de ganaderos que dejaron como testimonio una importante necrópolis y un poblado. El asentamiento fue posteriormente ocupado por los celtíberos y acabó convertido en una villa romana bajo imperial.
Muy cerca pasaba también la vía romana —todavía se conserva una valiosa fuente de esa época— que desde Segisamo (la actual Sasamón) se dirigía al puerto cantábrico de Flaviobriga (posiblemente Castro Urdiales) y que más tarde se conocería con el significativo nombre de Carrera de los Pasiegos.
A la vera de este importante camino, que generaba cuantiosas alcabalas a los señores del lugar, prosperó Villamorón en los primeros siglos de la Edad Media, cuando era denominada Villa de Mauronta.
Este esplendor cuajó, a comienzos del siglo XIII, con el inicio de la construcción de la iglesia parroquial de Santiago Apóstol. El templo tiene la singularidad de ser el primero en estilo gótico concebido en las tierras burgalesas y se fue completando a lo largo de la mencionada centuria.
Edificado con buenos muros de sillería, consta de tres naves, la central a mayor altura y una cabecera casi cuadrada sobre la que se alza una compacta torre de aspecto defensivo articulada en cuatro cuerpos desiguales. Un amplio y casi amurallado atrio protege la fachada meridional en la que se abre una portada de cuatro lisas arquivoltas ojivales.
La decoración exterior —influida por el último y arcaizante románico y el sobrio estilo cisterciense— se reduce a unos arquillos ciegos que recorren los muros de la cabecera, a varias hileras de sencillos tacos de piedra bajo los aleros y a una llamativa y aislada gárgola rematada por la cabeza de un demonio.
El interior, cubierto por unas elegantes bóvedas de crucería simple, se divide en cuatro tramos. Cuenta con seis pilares que arrancan sobre pódium octogonal, se adornan con columnas entregas y lucen capiteles con motivos vegetales y algún rostro deforme.
Los arcos que separan y sostienen las naves son todos ojivales, alancetados los de las laterales y de todo punto los formeros y fajones de la central. Los muros del interior de la iglesia están encalados y las bóvedas lucen una serie de pinturas barrocas, siglo XVIII, con ángeles, santos y medallones.
El interior se ilumina principalmente por un gran rosetón polilobulado de 4,5 metros de diámetro, practicado en el hastial occidental y que conserva algunos restos de la original vidriera gótica. Debajo del rosetón se puede admirar un coro de madera del siglo XVI.
La iglesia de Villamorón se convirtió, junto a las también burgalesas de Sasamón y Grijalba, en el modelo de las llamadas iglesias fernandinas, alfonsís o de reconquista. Estos templos se levantaron a finales del siglo XIII sobre las mezquitas existentes en los territorios arrebatados a los almohades, unas décadas antes, en las campañas militares organizadas por el rey Fernando III de Castilla y León.
Buscando una explicación a la elección de la iglesia de Villamorón como principal modelo de estas iglesias fernandinas nos encontramos con la singular figura de Juan de Soria, que fue Canciller del rey Fernando y lo acompañó en su cruzada de conquista cordobesa. Lo curioso es que este político y eclesiástico fue el sucesor del obispo Mauricio en la diócesis de Burgos.
Quizá por ello el obispo Juan pudo elegir el modelo surgido en Villamorón, que estaba muy influido por las novedosas trazas de los dos principales monumentos capitalinos del momento, Las Huelgas Reales, de estilo cisterciense, y la gótica Catedral, ambas patrocinadas por los reyes de Castilla Alfonso VIII y Fernando III.
La mayoría de estas iglesias fernandinas se concentran en la ciudad de Córdoba, conquistada por Fernando III en 1236, y todas denotan —en algunos casos enmascaradas por sucesivas reformas— las características del primer gótico burgalés vistas en Villamorón. En la antigua capital del al-Ándalus se puede seguir una atractiva ruta de las iglesias fernandinas:
https://www.turismodecordoba.org/ruta-fernandina
Recuperada de la inminente ruina gracias a la iniciativa de Amigos de Villamorón, también los miembros de esta asociación cultural mantienen abierta al publico la iglesia todos los sábados y domingos del mes de agosto, en horario de mañana y tarde.