Enrique del Rivero 10 de septiembre, 2020 · 3 minutos
Los restos de este legendario castillo de origen romano, uno de los castillos más antiguos de Castilla, estuvieron muchos siglos ocultos por la densa vegetación que cubre el escarpado desfiladero de La Horadada. Redescubierto en 1981 en el término de Trespaderne, desde sus murallas se divisa un paisaje de increíble belleza y personalidad.
A la salida del impresionante desfiladero de La Horadada y en la misma confluencia de los ríos Ebro y Nela se alza el caserío de Trespaderne. Secular cruce de caminos, en sus inmediaciones se localizan las ruinas de una de las fortalezas más nombradas y con mayor contenido histórico de toda la alta Castilla: el castillo de Tedeja.
Las ruinas de esta legendaria fortaleza de Las Merindades —su topónimo deriva del término latino ‘tetelis’ que significa tutela o vigía—, estuvieron perdidas hasta hace unos pocos años, cuando gracias a la iniciativa de la asociación cultural Amigos de Tedeja y a su presidente Roberto Fernández fueron rescatadas de la densa vegetación que las ocultaba.
La excavación de sus restos ha deparado numerosas novedades a los arqueólogos que trabajan en ellas: sobre todo su origen romano —siglo V— y su posterior utilización visigoda.
Desde tiempos prehistóricos, pero sobre todo desde época romana y visigoda, el lugar donde está emplazado el actual término municipal de Trespaderne era un punto vital para controlar el importante paso de La Horadada. Los numerosos hallazgos encontrados en la zona —Tartalés de Cilla, Mijangos, Tedeja y Cillaperlata— corroboran la notable presencia de gentes visigodas en su entorno.
A comienzos del siglo VIII y debido al empuje del islam el estado visigodo entró en crisis. Muchos de sus habitantes huyeron hacia el norte para buscar refugio tras el casi infranqueable cinturón montañoso formado por La Tesla y los Obarenes. Con el tiempo este pequeño territorio protegido por el foso del Ebro, que primero se llamó Las Bardulias, acabaría convirtiéndose en la más primitiva Castilla. La Horadada era uno de los escasos accesos a este auténtico baluarte y su tránsito estaba controlado por el castillo de Tedeja.
Tedeja tuvo su mayor apogeo entre los siglos X y XII, pero al alejarse hacia el sur la frontera en los reinos cristianos y musulmanes, perdió todo su valor estratégico. En la actualidad se puede disfrutar de una recreación, con todo el respeto a los restos originales, de esta inexpugnable fortaleza. De grandes proporciones y un frente de muralla de casi 300 metros, estaba protegida con seis cubos semicirculares levantados con muros de piedra que, en algunos casos, tienen dos metros de grosor. Si al oeste contaba con una atalaya que ejercía de barbacana, al oeste se ha localizado la estrecha y larga puerta de entrada, protegida por una torre cuadrada de sillería.
El acceso al castillo de Tedeja, señalizado desde la misma carretera N-629, se realiza por una empinada pista forestal cementada que parte de las inmediaciones de la antigua estación ferroviaria de Trespaderne. Al final de la pista se localiza un aparcamiento y el camino que sube hasta la recuperada fortaleza.
Más información: www.lasmerindades.com