Enrique del Rivero 29 de diciembre, 2020 · 3 minutos
En el dolmen de Cubillejo/Mazariegos se puede disfrutar de una insólita e inolvidable experiencia en la que revivir los rituales y ceremonias funerarias ligadas a la fenomenológica del solsticio de invierno, creados por nuestros antepasados neolíticos hace unos cinco mil años.
Los constructores de este sepulcro megalítico tenían un profundo conocimiento del calendario solar y de la orientación necesaria para que al amanecer del solsticio de invierno los rayos del sol naciente penetrasen por el pasillo de entrada a la tumba colectiva e iluminaran la obscura cámara sepulcral y sus manifestaciones artísticas asociadas. En el caso de Cubillejo/Mazariegos una losa del pasillo con dos grabados de cuadrúpedos y un símbolo solar.
Este espectáculo único se puede contemplar durante las semanas anteriores y posteriores al solsticio —literalmente sol quieto— de invierno (casi siempre el 21 de diciembre), en la mayoría de los dólmenes de la provincia de Burgos. Todo esto lo conocemos gracias a la intuición y al trabajo de campo de varios especialistas entre los que destacan Miguel Moreno Gallo y Germán Delibes de Castro. Durante años han investigado la planificación y construcción de estos sepulcros colectivos y los espectáculos luminosos ligados a ellos. También se han interesado por la estructura sociocultural de los responsables de estas construcciones, de su planificación constructiva y de sus rituales, ceremonias y actividades funerarias.
A menos de tres kilómetros del pueblo de Cubillejo de Lara, en un terreno despejado y muy cerca de las fuentes del arroyo de San Martín se descubren los restos de un monumento funerario que fue levantado hace más de cinco mil años. El dolmen de Cubillejo/Mazariegos está considerado como el prototipo de sepulcro megalítico de corredor y conserva, en uno de los grandes bloques de piedra que forman su estructura, una serie de interesantes grabados rupestres.
El dolmen de Cubillejo/Mazariegos, que en su día estuvo cubierto por un gran túmulo de tierra y piedras de cerca de once metros de diámetro, consta de una cámara sepulcral de seis metros y medio de diámetro, formada por doce ortostatos —grandes losas de varias toneladas de peso hincadas en la tierra— reforzados por otras diez piedras más pequeñas.
El pasillo, que consta de dieciséis grandes elementos pétreos, tiene más de diez metros de largo y un metro y medio de ancho. En una de las losas que forman el corredor se descubrieron una serie de grabados rupestres que representan, de manera esquemática, las figuras de dos cuadrúpedos resueltos por un trazo horizontal del que surgen una serie de apéndices para dar forma a las orejas, el cuerpo y las patas de los animales. Junto a los équidos se puede contemplar un ramiforme horizontal que se ha querido interpretar como un símbolo solar. Estos tres grabados, que tienen la misma asignación cronológica que el dolmen, constituyen una de las pocas representaciones del arte postpaleolítico localizadas fuera del interior de una cueva.
Como casi todos los dólmenes, el de Cubillejo/Mazariegos fue saqueado en repetidas ocasiones a lo largo de los siglos. Este hecho tuvo como consecuencia que el ajuar y los restos humanos encontrados en su interior fueran escasos y estuvieran muy revueltos. No obstante, aparecieron una serie de cuchillos de sílex y un valioso brazalete de pecten, de clara procedencia mediterránea.
Una vez en la carretera de Soria, N-234, hay que proseguir hasta la localidad de Cuevas de San Clemente. Desde allí es necesario desviarse con dirección a Cubillo del César y Cubillejo de Lara. Poco antes de llegar a este último pueblo se descubre la señalizada pista de tierra que, por la derecha y tras dos kilómetros y medio, alcanza el sepulcro megalítico. Para contemplar el fenómeno hay que estar en el dolmen de Cubillejo/Mazariegos a la 8:30 h. El sentido común nos dice que tendremos que llevar una buena ropa de abrigo y elegir un amanecer despejado.