Enrique del Rivero 8 de noviembre, 2021 · 4 minutos
El río Ebro ha configurado, en el extremo oriental del Valle de Tobalina, en la comarca de Las Merindades, un inolvidable paisaje, cubierto de un denso bosque y con unas espectaculares panorámicas sobre las Hoces de Portilla/Sobrón. A los Riscos de Portilla, que conforman la margen burgalesa de este protegido espacio natural se puede llegar por una señalizada ruta que parte desde el antiguo balneario alavés de Sobrón.
El sector burgalés de las Hoces de Portilla/Sobrón está englobado dentro del Parque Natural de los Montes Obarenes-San Zadornil y ofrece al visitante una serie de impactantes sorpresas que difícilmente podrá olvidar. Durante más de siete kilómetros el río Ebro se ha abierto paso a través de la gran bóveda anticlinal que cierra por oriente el Valle de Tobalina, formando un profundo e impresionante cañón que en algunos puntos alcanza un desnivel superior a los 300 metros de altura. La alternancia de capas de distinta dureza ha condicionado el desarrollo de numerosas repisas y covachones que cuelgan de manera espectacular de los verticales acantilados que forman la garganta.
Precisamente esta riqueza de relieves escalonados y totalmente inaccesibles ha permitido que las hoces se conviertan en un paraíso para las aves rapaces. Junto a las cerca de ochenta parejas de buitre leonado que tienen sus colonias en Sobrón, aparecen otra serie de valiosas aves nidificantes: águila real, águila culebrera, alimoche, halcón peregrino y búho real.
También existe una explicación a la variedad y riqueza de especies arbóreas y arbustivas que crecen en las Hoces de Portilla/Sobrón: su privilegiada situación a caballo de las regiones biogeográficas atlántica y mediterránea. Haya, quejigo, encina, sabina negra, enebro, boj, madroño, avellano, tejo, abedul, castaño, arce, pino resinero, y algunos relictos alcornoques forman una casi virginal masa forestal. Corzo, jabalí, gato montes, lirón careto, gineta, turón, marta, tejón y lobo son algunos de los mamíferos salvajes que frecuentan estos bosques.
A la altura del desfiladero de Portilla/Sobrón, el Ebro ha sido retenido en un embalse. Sus aguas y riberas constituyen un verdadero santuario para una gran cantidad de aves acuáticas. Entre todas sobresalen las llamativas garzas reales, los exóticos cormoranes y el esquivo somormujo lavanco.
La ruta a pie que lleva a los Riscos de Portilla se inicia en el aparcamiento situado poco antes de llegar a la presa del embalse de Sobrón, en la orilla alavesa del Ebro. Debido a que hace unos años una crecida destruyó el decimonónico puente de Cueva Alta, para cruzar el río y acceder a la orilla burgalesa hay que continuar unos metros con dirección a la presa hasta toparse con la nueva y colgante pasarela metálica tendida para permitir el paso del GR-99 (Camino Natural del Ebro).
Antes de tomar el sendero que asciende a lo alto de los Ricos de Portilla, merece la pena seguir durante unos metros el señalizado camino que alcanza la Fuente de la Salud. Este manantial, que brota del interior de una cueva protegida por una artística reja modernista, formaba parte de las instalaciones del balneario de Sobrón. Sus excelentes aguas bicarbonatadas y sódicas dieron fama internacional a unas instalaciones compartidas por la citada localidad vasca y la burgalesa de Villanueva de Soportilla.
Para proseguir el recorrido hay que tomar el sendero que enfila hacia la espesa masa forestal que cubre buena parte de las empinadas y abruptas laderas septentrionales de las hoces. Enseguida se alcanza un canal abandonado y la correspondiente pasarela, desde donde hay que tomar el estrecho sendero que asciende zigzagueando por la densa selva que tapiza los empinados escarpes de los Riscos de Portilla. Para proseguir el recorrido hay que tomar la desviación que parte hacia la derecha, Ruta 1 Fuente Chillón, que está señalizado en todo momento y con dos franjas paralelas de color azul, pintadas por los responsables del Parque Natural de Montes Obarenes-San Zadornil.
El esfuerzo necesario para completar el recorrido se ve recompensado por las vistas que se llegan a disfrutar de todo el conjunto de las hoces. Durante más de siete kilómetros el río Ebro se ha abierto paso a través de gran bóveda anticlinal que cierra por oriente el Valle de Tobalina, formando un profundo e impresionante cañón que en algunos puntos supera los 300 metros de desnivel. Durante el periodo de cría de las aves rapaces, entre los meses de enero y junio, es mejor abstenerse de seguir este recorrido.
La ruta tiene una dificultad media por el desnivel y las zonas rocosas y húmedas que hay que atravesar. Es conveniente llevar un buen calzado de montaña y son imprescindibles unos bastones de senderismo. El recorrido circular tiene unos seis kilómetros y se deben calcular unas tres horas de marcha con las correspondientes paradas.
Desde Burgos hay que tomar la A-I o la AP-1 hasta Pancorbo. Después de superar su desfiladero es preciso desviarse por la carretera BU-525. Tras cruzar el Ebro y la localidad alavesa de Puentelarrá hay que volver a desviarse por la carretera, A-2122, que conduce hacia Trespaderne. Nada más pasar el edificio del balneario de Sobrón un carreteril asfaltado permite descender hasta el aparcamiento de la orilla del Ebro.