Enrique del Rivero 14 de julio, 2020 · 1 minutos
Los amantes del Románico, que cada día son más, tienen en Burgos un inagotable y atractivo filón. Gracias a su importancia histórica como cabeza de Castilla y el haber sido paso obligado del Camino de Santiago, el territorio burgalés está literalmente sembrado de joyas de este llamativo arte medieval desarrollado entre los siglos XI y XII. Entre sus más de quinientos monumentos y restos catalogados, que conforman el mayor conjunto de arte y arquitectura románica de España, sobresalen tres enclaves que ayudaron a difundir este estilo basado en el arco de medio punto por el resto del país: Santo Domingo de Silos, San Pedro de Arlanza y San Salvador de Oña. Además, muchos de estos monasterios, iglesias y ermitas gozan de unos entornos naturales de gran valor y espectacularidad paisajística.
No resulta exagerado asegurar que el claustro románico del monasterio de Santo Domingo de Silos es una de las cumbres del arte cristiano medieval europeo. El enclave lleva siglos transmitiendo a todos sus visitantes una mezcla de sensaciones provocadas por la armonía de las formas y el equilibrio entre el espíritu y la capacidad creadora del hombre. Tiene dos pisos, su planta semeja un cuadrilátero irregular y sus obras se llevaron a cabo entre finales del siglo XI y comienzos del XIII. Su afamado ciprés sirve de clara referencia a los viajero que se encaminen hasta u asilado emplazamiento en el fondo del montañoso rocoso valle del Tabladillo. Leer más
En la cima de una gran peña con forma de proa de navío, se distingue la ermita de San Pantaleón: una de las construcciones románicas más originales y preñadas de leyendas de todo el románico castellano. En su entorno se combinan una serie de elementos que contribuyen a que todo el conjunto paisajístico goce de un singular encanto Leer más
En el corazón del Geoparque de Las Loras y rodeada de un laberinto de emblemáticas crestas rocosas se descubre la galería de la iglesia de Rebolledo de la Torre. Considerada como es una de las más bellas y conseguidas de todo el románico castellano conocemos también el nombre de su genial autor: Juan de Piasca. Su firma y la fecha de construcción del pórtico, año 1186, se descubren en el exterior de una singular ventana ajimezada. El pórtico de Rebolledo de la Torre presenta unas dimensiones poco frecuentes en este tipo de construcciones: diecisiete metros de largo por cuatro y medio de ancho. Consta de diez arcos de medio punto, siete de los cuales se localizan a la izquierda de la puerta y tres a su derecha. Leer más
Encaramada a los boscosos Montes de Vitoria, elevación montañosa que limita por el norte del Condado de Treviño, se localiza la aldea de San Vicentejo. En las afueras de tan pequeño y apartado lugar se conserva una de las joyas del románico castellano: la ermita de la Concepción. Fechada en la segunda mitad del siglo XII, destaca por la elegancia y belleza de una serie de elementos arquitectónicos y decorativos que denotan la intervención de distintos talleres artísticos. Desde siempre ha sido un templo del que ningún experto se atrevía a interpretar de manera fidedigna su extraña decoración y su enigmático origen. Tanto misterio la han hecho protagonista incluso del ‘El silencio de la ciudad Blanca’, la última película de Daniel Calparsoro.
En el límite septentrional de La Bureba y al pie mismo de los Montes Obarenes se localiza la pequeña y casi deshabitada aldea de Soto de Bureba. Su iglesia parroquial, de una sola nave y con ábside semicircular, es uno de los monumentos más bellos del románico rural castellano. Lo mejor de la visita de este templo de finales del siglo XII es la composición y la iconografía que decora las tres arquivoltas y el arco rebajado que se apoya sobre las jambas de su portada. Son sorprendentes sus encadenados, sus guerreros, los diversos y fantásticos monstruos y, sobre todo, su curioso y bien trabajado unicornio. Leer más
La joya románica del Valle de Mena es, sin lugar a dudas, la iglesia de San Lorenzo de Vallejo. Lo que más sorprende del edificio es su carácter exótico e inacabado. De finales del siglo XII, posee una sola nave, tres portadas y un curioso y robusto ábside. De este último destacan sus haces de columnas y un dosel de arcos ciegos de clara influencia lombarda. Un peregrino, con venera y bordón, esculpida en una arquivolta de la portada principal de Vallejo nos recuerda el paso por Mena de uno de los más antiguos caminos jacobeos. Esta circunstancia favoreció también que el templo a estar en la órbita de los enigmáticos caballeros hospitalarios de la Orden de San Juan de Jerusalén.
Justo debajo de los crestones rocosos que rematan la Sierra de la Tesla, a un paso del curso del río Ebro y en pleno Valle de Valdivielso se localiza la exenta iglesia de San Pedro de Tejada. Considerado como uno de los ejemplos mejor conservados y más interesantes de todo el arte románico español su fecha de construcción hay que situarla durante la primera mitad del siglo XII. Su estructura armónica y sólida responde a las características típicas del románico burgalés: una sola nave, ábside semicircular y torre de dos cuerpos sobre la cúpula. Tanto en su portada como en sus numerosas ventanas, capiteles y canecillos se concentra una abundante y representativa escultura. Leer más
La iglesia parroquial de Jaramillo de la Fuente es una de las joyas del románico burgalés. Además del ábside y la torre, el principal elemento del templo es su elegante galería porticada. Orientada al mediodía por razones climatológicas, este pórtico consta de los siete arcos tradicionales que se apoyan en columnas dobles con capiteles bellamente decorados y de influencia silense. Cronológicamente se puede hablar de dos épocas y estilos bien definidos: finales del siglo XI y último tercio del XII. Enfrente del templo dedicado a San Martín de Tours se alza —en el lugar que ocupaba una legendaria olma— el llamado árbol de la provincia: una encina enraizada en la mezcla de las tierras de cada uno de los 1.233 pueblos de Burgos. Leer más