Enrique del Rivero 5 de abril, 2021 · 4 minutos
En la comarca de Las Merindades, en concreto en la Merindad de Montija, las lagunas de Antuzanos son un valioso conjunto de pequeños lagos de origen tectónico situados a medio camino de las localidades de Gayangos y Bárcena de Pienza. Conocidas también con el nombre de estos dos pueblos, constituyen la mejor zona húmeda de toda la provincia y son el único lugar de paso y cría para algunas valiosas aves. Además, estas llamativas y bellas lagunas nos cuentan una ancestral leyenda protagonizada por Galba, el emperador romano más burgalés.
En una de las lenguas del diapiro de Salinas de Rosío, justo en el contacto con las primeras estribaciones calizas del cresterío de Bedón, el hundimiento puntual del terreno —debido a procesos de disolución de los materiales más blandos del propio diapiro— ha favorecido el afloramiento de las aguas subterráneas, dando lugar a un insólito rosario de lagunas de origen diapírico.
Esta procedencia geológica hace posible que las aguas de las lagunas de Antuzanos sean profundas y sufran muy pocas oscilaciones, con lo que se favorece el crecimiento de una vegetación que tiende a distribuirse en orlas concéntricas. En las zonas siempre inundadas aparece el Polygonum amphibium, cuyas espigas de flores rosas sobresalen del agua. Después existe un cinturón casi continuo, hasta el borde del agua, de junco de laguna entre el que se intercalan zonas dominadas por carrizos y aneas o espadañas.
La combinación de todas estas características ha convertido a las lagunas de Antuzanos en un lugar privilegiado para el descanso migratorio, la nidificación y la cría de diferentes aves acuáticas. Gracias a las observaciones y citas de los cada día más numerosos aficionados a la ornitología (www.avesdeburgos.com) conocemos la presencia en la zona de una gran cantidad de especies. Además del zampullín chico, somormujo lavanco, avetorillo, ánade friso, ánade real, silbón europeo, pato cuchara, porrón pardo, rascón europeo, focha común, tarro blanco, cerceta carretona, cigüeña blanca y aguilucho lagunero; sobresalen la esporádica presencia de águila pescadora, garza imperial y zampullín cuellinegro, ave acuática de la familia de las podicipediformes, que antaño tenía en estas lagunas su único punto de nidificación en toda Castilla y León.
Mención aparte merecen las citas sobre observaciones en las lagunas de Antuzanos sobre el carricerín bigotudo y el carricerín cejudo. Sobre todo, las de este último, ya que el carricerín cejudo (Acrocephalus paludicola), un pequeño paseriforme, es el ave más amenazada de Europa y cuenta con distintos proyectos LIFE de salvaguardia. Por todo esto las lagunas de Antuzanos que cuentan con la protección de zona IBA, merecen el respeto más absoluto por parte de las distintas administraciones y autoridades, los vecinos de la zona y, desde luego, los esporádicos visitantes.
La singularidad y belleza de estas lagunas de la Merindad de Montija han atraído desde siempre la mirada de los seres humanos. Seguramente los pueblos indígenas que habitaron la zona hace unos dos mil doscientos años, en especial los cántabros, ya consideraban el lugar como un enclave sagrado. Estas gentes de raigambre celta veneraban las fuentes, los ríos y los lagos y era frecuente que les ofrecieran sacrificios y ofrendas, en especial armas, para obtener la protección en sus numerosas acciones bélicas.
Y aquí viene la leyenda que ha pervivido hasta nuestros días, ya que parece ser que las noticias sobre el carácter mágico de estas lagunas norteñas llegaron a oídos de Servio Sulpicio Galba, gobernador de la provincia romana Tarraconense que se había refugiado en la ciudad de Clunia tras sublevarse contra Nerón. Galba, el emperador romano más burgalés, con permiso de Augusto, recibió la noticia de su elección como nuevo César en la primavera del año 68 y antes de emprender su triunfal marcha sobre Roma quiso hacerse con las doce fasces, —una hacha ritual rodeada de un haz de varas de abedul que portaban los lictores romanos—, que se habían encontrado dentro de una de las lagunas después de la vigorizante caída de un rayo.
Justo antes de llegar al pueblo de Gayangos se localiza a la derecha de la carretera el señalizado Mirador de las Lagunas de Antuzanos. Merece la pena detenerse para contemplar su privilegiada ubicación paisajística. Para acercarse hasta los humedales lo mejor es salir caminando desde Gayangos por el camino del cementerio y desde Bárcena de Pienza por el señalizado sendero que parte desde la iglesia de San Vitores. Desde lo dos pueblos hay que calcular unos cinco kilómetros entre ida y vuelta. Son imprescindibles unos prismáticos, vestir ropa no muy llamativa, estar en silencio y llevar o haberse descargado una buena guía de aves. Una de ellas y gratuita es la app de la Sociedad Española de Ornitología ( SEO): www.seo.org
Desde Burgos hay que tomar, a la altura de Sotopalacios, la CL-629 con dirección Villarcayo. Desde allí la misma carretera nos conduce hasta el pueblo de Gayangos y el ramal asfaltado que enfila hacia Bárcena de Pienza.