Enrique del Rivero 12 de septiembre, 2020 · 3 minutos
En el austero paisaje de los páramos que presiden las zonas altas de la comarca de Sedano y La Lora se localiza uno de los mayores conjuntos dolménicos de Europa. Hace aproximadamente 5.500 años, unas gentes pertenecientes al llamado Neolítico Interior comenzaron a levantar, en estas aisladas tierras del noroeste de Burgos, un numeroso conjunto de monumentos megalíticos. Sus constructores emplazaron los dólmenes en las zonas más elevadas e inaccesibles de los horizontales páramos calcáreos que culminan la región. La mayoría de estas tumbas colectivas están compuestas por un túmulo, formado por tierra y piedras, que contiene en su interior una cámara sepulcral y un alargado pasillo de acceso.
Es el más llamativo y espectacular de todos los monumentos megalíticos de la zona. Aislado en medio de unos desolados páramos su estructura se corresponde con un gran túmulo de 25 metros de diámetro y más de 2 metros de altura que encierra en su interior un modélico sepulcro de corredor. Este último mide 12 metros de largo y está formado por dos paredes paralelas de grandes losas. La cámara sepulcral presenta planta poligonal con tendencia al círculo y estaba formada por ocho ortostatos —grandes piedras hincadas en la tierra— de caliza de los que sólo se han conservado seis. En su interior se descubrieron una gran cantidad de restos humanos pertenecientes a más de medio centenar de individuos. También se localizó en el corredor un conjunto de trece calaveras con distintas trepanaciones que indican un posible culto al cráneo.
En las inmediaciones del pueblo de Sargentes de La Lora, en la orilla derecha del arroyo del Navazal, se descubre el dolmen de La Cabaña. El túmulo que protegía este monumento megalítico, que también responde al modelo del sepulcro de corredor, era el de más grandes dimensiones de todo el foco dolménico de La Lora. Los arqueólogos han datado esta tumba colectiva hace aproximadamente 5.200 años y en su interior aparecieron los restos de diecisiete individuos,
La espectacularidad de su túmulo y el peso de sus grandes ortostatos —algunos se acercan a las tres toneladas— hace pensar en el extraordinario esfuerzo que realizaron estas gentes prehistóricas para levantar sus sepulcros colectivos. Con más de 27 metros de diámetro y casi tres metros de altura, el túmulo del dolmen de Huidobro es un enorme monumento megalítico. El aire enigmático que desde siempre ha envuelto a El Moreco, convirtieron el lugar en un foco de mágicas y populares leyendas. La más curiosa y difundida era la de su poder para combatir la impotencia masculina.
Aparece situado en el borde de una pequeña meseta que domina un extenso y fértil territorio regado por abundantes arroyos y manantiales. Su esquema arquitectónico y funcional responde a la variante conocida como sepulcro de corredor. Fechado hace unos 5.500 años, consta de una cámara circular de unos dos metros y medio de diámetro, formada por ocho grandes ortostatos y un largo pasillo de acceso. Esta estructura interna estaba protegida por un túmulo de notables dimensiones: tres metros de altura y veintiuno de diámetro. En el interior del dolmen de Porquera de Butrón se localizaron una gran cantidad de huesos dispersos, pertenecientes a unos 15 individuos, y un abundante ajuar neolítico: una colección de cuchillos de sílex, un punzón de hueso y dos hachas pulimentadas de ofita.
Los dólmenes más importantes han sido restaurados y señalizados para su visita turística. El más llamativo de todos ellos es el de Las Arnillas, en el término de Moradillo de Sedano. Se puede llegar hasta él caminando por el valle de la Granja —en las inmediaciones de Gredilla de Sedano— o en todoterreno siguiendo las señalizaciones apropiadas.
Más fáciles de visitar son los también magníficos túmulos de El Moreco, en Huidobro —a la derecha de la carretera que conduce al pueblo—; La Cotorrita, en Porquera de Butrón —situado en las inmediaciones de una pista de tierra que parte del mismo pueblo— y La Cabaña, en Sargentes de la Lora, al que se llega desde el pueblo siguiendo el curso del arroyo del Navazal.